Bebés “difíciles”, aquellos que lloran mucho, son muy activos y no se adaptan bien a nuevas situaciones o personas, pueden desenvolverse en la escuela igual o mejor que los bebés “fáciles”, de acuerdo con los resultados de un estudio realizado por expertos en educación de la Universidad de Indiana y la Universidad de Carolina del Norte, en los Estados Unidos.
El equipo de investigadores hizo un seguimiento periódico a los niños de más de 1.300 familias en diez regiones diferentes de los Estados Unidos, comenzando desde el momento del nacimiento y terminando en el primer grado (primer año de educación primaria o elemental).
Ellos encontraron que los niños de primer grado que habían sido bebés difíciles y cuyas madres les brindaron un cuidado excelente, tenían un desempeño escolar, unas habilidades sociales y una relación con maestras y compañeros, que podían calificarse como iguales o superiores que las mostradas por niños de primer grado que fueron menos difíciles durante sus primeros años y que tuvieron también un excelente cuidado de sus padres.
Los resultados indican que un bebé difícil puede tener un desempeño destacado si recibe los cuidados necesarios y una buena crianza de parte de sus padres. Asimismo, muestran que, contra la creencia general, tener un bebé difícil no significa necesariamente que después ese niño va a tener problemas durante el primer grado.
Del mismo modo, el estudio pone en evidencia que una crianza pobre puede llegar a ser más dañina en el caso de los bebés difíciles. El estudio mostró que los niños con mayores dificultades en primer grado eran precisamente aquellos que habían sido bebés difíciles y habían recibido una crianza pobre.
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