El Caos

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El caos no se puede racionalizar ni reducir a leyes, porque si se pudiera hacerlo, dejaría de ser caos. Por su origen el vocablo significa estado desorganizado de las cosas o de la materia, que no permite un ordenamiento en un esquema coherente en el cual cada parte esté en una relación justificada y cognoscible con las demás.


El caos es una masa o conglomerado de materias, hechos o palabras que no se pueden distinguir, aislar o interpretar, donde nada se puede ajustar, un salvaje amontonamiento de juicios u opiniones.


¿No será que hay caos donde la razón es incapaz de penetrar?

Es una posibilidad indemostrable. Tal vez por esta característica Pope reclamaba al Creador que dejara caer la cortina y nos permitiera ver por detrás las cosas.



Suele decirse, paradójicamente, que la filosofía de Voltaire es un caos de ideas claras, donde hay amontonadas, no sistematizadas, ideas sueltas que no guardan relación ni orden entre sí. Por consiguiente, si se pretende ordenar tantas ideas separadas, el objetivo no es posible.
Un escritor norteamericano piensa lo mismo de Borges, a cuyo pensamiento considera como un conjunto de afirmaciones caprichosas que no dicen nada, pero que están bien dichas.



El caos está relacionado con la ciencia divina. En la gran mañana del mundo, Dios separó el caos de la luz e hizo el mundo. Y también está relacionado con la psicología: todo estado emocional es un caos.
Y con la ciencia, que según algunos científicos consiste en hacer que la caótica diversidad de nuestras experiencias se correspondan lógicamente en un sistema.

Yo agregaría: caos y orden existen y se reparten el universo.

Fuente; Dr. Carlos A. Loprete, Dr. en Filosofía y Letras.

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