Confíe, Clame, Y Reciba Su Milagro

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¿Clasificados en el periódico y en espacios de Internet? Lorena puso muchos. Tantos que hasta perdió la cuenta. Cada semana, durante tres meses, en los diarios de mayor circulación. Usó todas las palabras impactantes y los sinónimos que consideró, podían resultar más atrayentes para los potenciales compradores.

Necesitaba vender la casa para comprar en otro sector. Lo que más le resultaba desalentador es que ni siquiera le ofrecían ningún valor, aunque la estaba ofreciendo a un buen precio. Se sentía desalentada y por momentos, era presa de la desesperación.


Fue entonces cuando decidió acudir a la estrategia más poderosa de todas: la oración. Para ella, una profesional en Contaduría, acostumbrada a explicar todo con la lógica de una fórmula matemática, creer en una fuerza sobrenatural que iba a traer un cliente con el dinero suficiente, no sonaba muy razonable. Sin embargo, presionada por las circunstancias, se rindió al poder de Dios y comenzó a orar.

--La secretaria me recomendó la oración, para vender la casa--, le dijo aquella noche a su esposo.

El hombre se encogió de hombros y sin quitar la mirada del periódico, en la sección de crucigramas, le contestó:

--Allá tú; yo prefiero los avisos clasificados--.

Ella esperaba respaldo, no indiferencia; sin embargo se decidió a creer y desde aquella noche comenzó a clamar por un milagro.

Y se produjo tiempo después. Alguien llamó. Había visto un clasificado de varias semanas atrás:

--Estoy interesado en ver la casa—le explicó--. El precio me parece razonable, aunque por supuesto espero que podamos acordar un valor que pueda pagar--.

A los pocos días estaban cerrando el trato. ¡Dios respondió a sus oraciones con un milagro!

La necesidad de confiar
El proceso de la oración que desata milagros de Dios, es dinámico. Parte de depositar toda nuestra confianza en el Señor. Dejar de afincarnos en nuestras capacidades, en lo que sabemos o podemos hacer y depositar nuestra esperanza en Él, en Dios, abandonándonos en sus manos bajo el convencimiento de que Él tiene control de los tiempos y las circunstancias.

Un escritor de la antigüedad dejó plasmado la importancia de dar el paso de seguridad en Dios cuando escribió: “Con mis labios y mi lengua lo llamé y lo alabé”(Salmo 66:17, Versión Popular)

Orar no es otra cosa distinta que hablar con Dios. Decirle con nuestros labios lo que sentimos, lo que pensamos y, por supuesto, aquello que necesitamos. Creer que Él tiene el poder suficiente y necesario para ayudarnos.

Desechar toda sombra de duda
“Tuve conciencia de cuál era la función e importancia de los bomberos, el día que un corto circuito incendio mi casa. Los llamé al teléfono y en quince minutos estaban atendiendo la emergencia”, me dijo María del carmen al explicarme sobre la oportuna ayuda que recibió en el momento de calamidad.

Igual ocurre con muchas personas. Sólo acuden a Dios en el momento en que atraviesan por desiertos o se encuentran inmersos en problemas. Lo buscan cuando están en un callejón sin salida. El resto del tiempo lo ignoran en su existencia o dudan, simplemente, de que pueda ayudarlos.

El salmista entendió y aplicó la importancia de desechar toda sombra de duda en su corazón: “Si yo tuviera malos pensamientos, el Señor no me habría escuchado.”(Salmo 66.17, Versión Popular)

Revise lo que hay dentro de usted, en su forma de pensar y de actuar. ¿Le embarga la incertidumbre? ¿Considera que su problema es mucho más grande que el poder de Dios? La duda no honra ni glorifica a Dios. Deséchela en su corazón.

Dios atiende nuestras oraciones
Tener fe en los milagros se fundamenta en tener la firme convicción de que Dios escucha y responde a nuestras oraciones. La mejor explicación la encontramos en la expresión del autor sagrado: “…¡pero él me escuchó y atendió mis oraciones!¡Bendito sea Dios que no rechazó mi oración ni me negó su amor!”(Salmo 67:19, 20, Versión Popular).

Cuando tenemos la firme convicción que Dios nos oye y atiende con poder al clamarle, nos postramos en Su presencia cuando enfrentamos alguna necesidad o requerimiento de un milagro, y como dicen los jóvenes de hoy, sabemos que “vamos a la fija”. Que habrá respuesta.

Como lo acaba de aprender en las Escrituras, Dios nos ama y, como tal, desea lo mejor para nosotros. Si no recibimos de Él más cosas, es porque no se lo pedimos.

Nuestros esquemas de pensamiento deben cambiar. Hemos creído en un Dios de milagros, y vamos a Su trono de gracia y misericordia convencidos de que Su poder no tiene límites. ¡Hoy es el día para comenzar a clamar por aquello que necesita! Recuerde: el Señor responderá con poder-


Fuente: Fernando Alexis Jiménez –

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