La Serenidad De La Mente

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Estamos viviendo una vida que pertenece al total de la humanidad y si se comprende la muerte, si se comprende el dolo. Entonces estamos purificando toda conciencia humana.
Krishnamurti

Todos buscamos la manera de apaciguar nuestros pensamientos, de tratar de lograr de ellos su verdadera esencia, ese potencial que nos permita alcanzar todo aquello que tratamos de dar repuestas, todo lo que nos aliente a seguir indagando sobre este gran misterio de nuestro vivir en esta dimensión ilusoria, impregnada de muchos estímulos que nos pueden ayudar a crecer, a ser mejores, a descubrir y usar esos grandes potenciales que se nos han dado, a pesar de las pruebas que debemos afrontar, pasar y crecer.


El gran maestro ya desaparecido Krishnamurti nos legó, que no debemos descuidar nuestros pensamientos que tratan sobre el como lograr la serenidad, estar atento a sus manifestaciones , concretamente nos indica, que el orden es indispensable en nuestra serenidad, es indispensable en nuestra actividad cotidiana; orden en nuestras acciones, en nuestros pensamientos, en nuestra relación con los demás.
Uno tiene que aprender que la verdadera cualidad del orden es por completo diferente de la cualidad de la disciplina. Es así, como se nos insiste en destacar, que el orden viene a través del directo aprender acerca de nosotros mismos, no conforme a lo predica un psicólogo, un filósofo. Uno descubre por el mismo orden. Cuando está libre de todo sentido de compulsión, de que es necesario un determinado esfuerzo para obtener el orden siguiendo un sendero particular, sereno, impregnado de sabiduría necesaria para enfrentarse al presente, afrontar las pruebas, todo aquello en donde nos toa desenvolvernos y aprender a fin de crecer.

Es necesario comulgar con nuestras ideas, buscando aquellos pensamientos que nos permitan entender el porque pasamos por esta dimensión, el conocernos y poder intentar conocer a los demás.

Urge el dominar la comprensión, adquirir toda esa información que nos permita entender muestro entorno, interrelaciones, a los demás, con todo aquello con que nos aproximamos y buscamos adquirir experiencia, sapiencia. No se debe olvidar, que justamente la comprensión se logra aquietando la mente, los pensamientos, dándoles oportunidad a que afloren aquellos que sean capaces de producir la alquimia que se requiere para transitar sin temor, con la convicción de que la causa efecto sea lo mejor, evitándonos a crear un karma que sea nefasto para nuestro crecimiento.

Krishnamurti nos invita a que nos hagamos algunas preguntas, tales como: ¿Cómo será posible aquietar la mente?¿Cómo evitar las interferencias, el desequilibrio en los pensamientos que nos afloran de lo exterior? Mi mente está agitada ¿Cómo puedo mantenerla con calma? ¿Existe un sistema para aquietar la mente?¿Puede una fórmula, una disciplina, hacer que la mente esté serena? Sí lo puede.

Pero cuando la mente es quietada ¿Es eso quietud, serenidad? ¿O la mente se halla encerrada dentro de una idea, dentro de una fórmula, dentro de una frase? Y en tal caso la mente esta muerta ¿Es verdad? Es por eso que casi todas las personas que tratan de ser espirituales, están muertas, dado a que ha adiestrado la mente para que esté serena, tranquila, y se ha encerrado en una fórmula para lograr la serenidad. Es obvio que una mente tal nunca esta quieta; solo está reprimida, mantenida en sujeción.

Agrega Krishnamurti, la mente esta quieta cuando ve la verdad de que el entendimiento solo llega cuando ella está calmada. De esta forma. Si uno quiere comprender a otro, a los demás, tiene que estar sereno, no tener reacciones contra ninguno, no alimentarse de perjuicios. Hacer a un lado todas las conclusiones, experiencias y enfrentarse cara a cara. Sólo es entonces cuando la mente esta libre de acondicionamiento entendemos. Cuando se percibe esa verdad, la mente está quieta; y entonces, no se plantea el problema de cómo aquietar la mente.
Lo cierto, que solo la verdad puede libertar la mente de su propia ideación; y para ver la verdad. La mente debe comprender el hecho de que no puede tener entendimiento mientras esté agitada. De tal manera destaca Krishnamurti, que la quietud mental, la tranquilidad de la mente, no es cosa que vaya a producirse por el poder de la voluntad, por ninguna acción del deseo. Si ello ocurre, entonces, esa mente está encerrada, aislada, es una mente muerta; y por lo tanto,, resulta incapaz de adaptabilidad, de flexibilidad, de prontitud. Semejante mente no es creadora.

Es muy significativo reflexionar además, que muchos de los que buscan la quietud de la mente, que quizás no es su caso, abandonan la vida activa y se retiran al campo, alguna aldea, a un monasterio, a las montañas. O bien se engolfan en ideas, se encierran en creencias, o evitan a todas aquellas preguntas que le causan perturbación. Pero ese aislamiento señala Krishnamurti, no es serenidad de la mente.
El encierro de la mente en una idea, o el evitar a las personas que complican la vida no trae serenidad a la mente. La serenidad de la mente llega tan sólo cuando no hay proceso de aislamiento por medio de la acumulación, y sí completa comprensión de todo el proceso de la convivencia.

Recuerde lo que se nos asevera, de que la acumulación envejece a la mente; y solo cuando la mente es nueva, cuando la mente es fresca, sin proceso de acumulación existe una posibilidad de que haya quietud mental. En tal caso la mente no está muerta, está sumamente activa. En esa serenidad no hay proyección de pensamiento.

No olvide, que sólo en esa serenidad que no es un resultado se descubre lo que es eterno, aquello que está más allá del tiempo.

Nos corresponde entonces, el preocuparnos de aquietar los agitados pensamientos que conduce a la mente a una no deseada desarmonía que es negativa , afectando nuestro crecimiento, se debe trabajar en ello, estar atentos y no permitir que los potros desenfrenados de los pensamientos nos conduzcan por caminos que afectan nuestra correcta evolución en este aquí y ahora. De uno depende lograrlo.-.

Fuente: Carlos Mora Vanegas

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