Todo engorda, hasta el aire

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Diez de cada cien niños de entre seis y doce años son obesos en nuestro país, porcentaje que se incrementa hasta el 13 por ciento si hablamos de sobrepeso, concepto que mide el excesivo índice de masa corporal que precede a la obesidad.

Los expertos alertan: el número de menores obesos en nuestro país se ha multiplicado por tres en los últimos quince años.

Los factores que condicionan la obesidad infantil son múltiples y el factor hereditario puede ser determinante.


Sin embargo, el estilo de vida de las familias y de la sociedad -hiperalimentación e inactividad física- «son claramente decisivos: es lo que llamamos el ambiente obesigénico», describe la profesora Amelia Marti, directora del grupo de Estudio Navarro de Obesidad infantil (GENOI).

«Hay un componente psicológico y afectivo en los niños que desarrollan obesidad, ligado a una falta de atención por parte de los mayores junto con el deseo de llamar la atención, cierta inseguridad y falta de control emocional».

Desde el grupo que comanda, la profesora Amelia Marti, estudia estilos de vida y factores sociológicos que influyen en la obesidad infantil. En su opinión, el seguimiento y la atención de los progenitores es esencial si queremos luchar contra este problema que afecta a un 7% de los niños de tres a cinco años.

Esta semana se hacían públicos los datos del estudio Thao, el mayor desarrollado en Europa con población infantil.

Sus autores emitieron una auténtica alerta ante los riesgos cardiovasculares y metabólicos que implican los resultados observados en la muestra analizada.

FRENTE A LA BÁSCULA
Si la obesidad infantil depende en gran medida de hábitos y costumbres adquiridas por el pequeño en su entorno, ¿por qué nos resulta tan difícil combatirla? Para el doctor Daniel Cuadra, responsable de Medicina Natural de Clínica Vass, esta enfermedad «no sólo se puede combatir: se debe prevenir.

Para ello -prosigue- hay que corregir hábitos y potenciar la práctica del deporte o alguna actividad física».

Las cifras no pueden ser más pavorosas: un 31 por ciento de los niños y niñas españoles no están inscritos a ninguna actividad física extraescolar y el 43% no juegan en espacios públicos al salir del colegio.

Según el informe Thao, un sesenta por ciento de los escolares va en coche a la escuela, aunque, para más del 80% de los alumnos, el colegio está a menos de 15 minutos de casa.

En lo que se refiere a la promoción de la actividad deportiva, los expertos coinciden en la importancia del entorno familiar.

«No basta con acompañar al niño el sábado por la mañana a natación; o el papá se tira a la piscina, o esto tiene mal arreglo».

APRENDER A COMER
Implicar a los padres y enseñar a los hijos es la receta que dispensa el doctor Daniel Cuadra «para que la obesidad infantil no se convierta en una pandemia».

Desde Clínica Vass, Cuadra aboga por un sistema didáctico de nutrición orientado a niños de todas las edades.

«Con gráficos, juegos de ordenador y mucha imagen les enseñamos qué y cómo tienen que comer, así como la importancia de una dieta balanceada y lo esencial del deporte, todo ello, en un lenguaje que ellos entienden, con explicaciones muy prácticas y adaptadas a cada niño concreto».

En la consulta de Cuadra, el ingenio se impone a la doctrina:
«enseñamos a los padres trucos, maneras, habilidades y estrategias para corregir hábitos erróneos».

Para este médico y homeópata, es esencial la cohesión de la familia frente al plato.

En esta misma línea se posiciona la profesora Marti, para quien la principal receta es una atención adecuada de los menores en la mesa.

«Es imprescindible el acompañamiento de algún mayor durante todas las comidas si es posible con un horario establecido, así como una vigilancia cuidadosa».

La responsable del Grupo de Estudio Navarro de Obesidad Infantil no duda en desterrar viejas mañas:

«Jamás hay que utilizar alimentos o platos como castigo o recompensa».

Al margen de las terribles consecuencias físicas que acarrea un problema de peso en edad temprana, los expertos se apresuran a sumar los daños psicológicos.

«En la relación con otros niños, el obeso se puede ver aislado o estigmatizado, incluso perseguido. Se observa cierta distorsión de la imagen corporal y trastornos en relación con la conducta alimentaria como atracones».

Fuente: Periodista Digital

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