El Modelo Agricola Industrial Y Su Caos

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Mucho se ha criticado la realidad del alcance del modelo agrícola industrial que actualmente opera en aquellos países que están explotando sus tierras en pro de cultivar los alimentos que se demanda. El costo social para alcanzarlo es sumamente alto.

No nos sorprende que Ambiente y Sociedad señale, dentro de sus publicaciones, que el modelo de agricultura industrial que se ha apoderado del campo, está modificando sensiblemente el escenario mundial social y ambiental.


Millones de hectáreas cultivables ya no producen alimentos, ni necesitan agricultores. Los cultivos biodiversos de frutales, legumbres, hortalizas, los bosques y los montes, se han convertido en mares de diferentes monocultivos de plantas y árboles.

Ha producido estragos en los ecosistemas, provocando inundaciones, sequías, desertificación y contaminación de los recursos hídricos. Y generado pauperización y migraciones masivas de campesinos hacia los cinturones de las grandes ciudades.

La humanidad enfrenta su mayor desafío, se necesitan cambios profundos en las políticas agropecuarias, ambientales y sociales. Y ya no hay tiempo para medias tintas, pues el hambre no puede esperar.

Erradicar la pobreza y el hambre mundial es posible. La Vía Campesina ofrece una alternativa viable al sistema alimentario en colapso. La soberanía alimentaría. Propone profundizar los circuitos locales de producción-consumo. Una agricultura basada en la producción de pequeños y medianos productores, consustanciados con el cuidado de la tierra y con el cuidado del ecosistema en el que se encuentran asentados, utilizando métodos agroecológicos.

Todos deberemos ser parte de ese cambio, hacer un esfuerzo, pues como consumidores deberemos modificar algunas de nuestras conductas, como una paulatina reducción en el consumo de proteínas de origen animal.

La vida en las grandes ciudades nos aleja de la realidad ambiental, pone un velo sobre nuestros ojos que nos dificulta comprender la importancia que tiene en nuestra vida, la forma en la que se producen los alimentos que llegan a nuestra mesa cada día. También dónde se producen y cómo se transportan hasta nosotros.

Quitándonos ese velo, descubriremos que nuestro futuro depende en gran parte de lo que hoy consumimos y que aun podemos decidir el planeta que vamos dejar a nuestro hijos. Y esto es valido para todo lo que consumimos en nuestra vida, no solo los alimentos.

Chakravarthi Raghavan comenta al respecto, que Jean Ziegler, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Derecho a la Alimentación, en un informe a la Comisión de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos urgió a todos los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a poner fin a los actuales desequilibrios e injusticias del Acuerdo sobre Agricultura de esa organización y a reflejar en él las necesidades y los derechos de los países en desarrollo tanto como de los industrializados, para garantizar que las normas internacionales de comercio no amenacen el derecho a la alimentación. El funcionario realizó su exhortación tras conocerse la conclusión de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de que la lucha contra el hambre y la desnutrición mundial casi ha cesado.

“Se debe asegurar con urgencia el sustento de los agricultores pobres, que constituyen 75 por ciento de los 1.200 millones de personas más pobres del mundo, para que puedan alimentarse dignamente”, dijo Ziegler, y reclamó una revisión de los modelos agrícolas orientados a la exportación, que amenazan el medio de vida de millones de agricultores rurales, en especial si la reestructuración económica no produce nuevas fuentes de trabajo en otros sectores.

Algunos estudios recientes revelaron que el modelo agrícola basado en la mecanización del cultivo y la comercialización de la agricultura en el mundo en desarrollo provocará el desplazamiento de los agricultores pobres de sus tierras, sin posibilidad de que obtengan empleo en las industrias.

Ziegler recomendó en su informe considerar la soberanía alimentaria como un modelo alternativo para la agricultura y el comercio agrícola, de modo que los gobiernos cumplan su obligación de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la alimentación, “un derecho humano fundamental protegido por el derecho internacional”.
grr.org.ar/documentos nos aporta al respecto, el caso de Argentina, en donde el modelo agrario de producción de comodities transgénicas es el causante directo de gran parte de los males que sufrimos.

Al despoblamiento de las zonas agrarias, el deterioro de la biodiversidad, la contaminación de los suelos y de las cuencas y el desplazamiento de cultivos tradicionales que significaban alimentos para nuestro Pueblo, se suma ahora la amenaza de desertización de los suelos, así como la posibilidad de que colapsen los ecosistemas más frágiles.

Las respuestas gubernamentales a las sucesivas crisis y riesgos que plantea el modelo biotecnológico son penosas, insuficientes y escapistas… A los peligros de desertización se responde con la habilitación del Maíz RR, con la gravísima consecuencia de contaminación genética irreversible de nuestros maíces milenarios y mejorados, tal como ya ha ocurrido en nueve Estados de México, y que a lo sumo puede significar sólo un remedo de rotación y un mero agregado de materia orgánica al suelo, y que insiste en los mismos patrones agroquímicos que aceleran el desarrollo de tolerancia en malezas. Los mismos granos de maíz que tira la cosechadora por la cola, serán malezas en la próxima rotación de Soja RR teniéndose que utilizar otro agrotóxico diferente al glifosato para exterminarlas.

A los riesgos de una economía basada en monoproducciones se responde con el “descubrimiento” del mercado y de la economía china, dejando cada vez más de lado al mercado europeo e iniciando una relación comercial de resultados sumamente inciertos. A las crecientes evidencias de la no sustentabilidad del modelo sojero se responde con su profundización, con el diseño de nuevas redes ferroviarias para transportar la soja del MERCOSUR al Pacífico, con nuevas privatizaciones de puertos y con la construcción de silos y aceiteras para alcanzar las cien millones de toneladas de exportación de granos. A las crecientes críticas que surgen de diversos sectores sobre estas políticas se responde con más planes alimentarios en base a soja, para legitimar de esa manera al modelo, aún a costa de graves y criminales perjuicios alimentarios para los sectores indigentes.

Mientras tanto, y cuando el mundo advierte el fracaso creciente de la Argentina como gran experimento de implantación masiva de OGMs, la CONABIA, la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, un lobby de las trasnacionales enclavado en la Secretaría de Agricultura, añade nuevas liberaciones de transgénicos a los cientos de semillas genéticamente modificadas actualmente bajo categoría de experimentación a campo abierto. La estrategia irresponsable, criminal y hasta el momento impune de estos funcionarios orgánicos a estas empresas trasnacionales, consiste en acrecentar de tal modo la contaminación transgénica que no queden argumentos válidos y consistentes en contra de estas políticas ni exista retroceso posible a otros tipos de prácticas agrícolas.

El Grupo de Reflexión Rural hace algunas propuestas con el fin de priorizar la denuncia del Modelo de monocultivos sojeros y su relación con la Deuda y el sistema de endeudamiento. Proponemos una moratoria nacional de cinco años frente a los desmontes. Proponemos asimismo la denuncia del convenio UPOV que nos ata a las grandes empresas cerealeras y el aliento a la producción nacional de semillas que nos posibilite alcanzar otro modelo agropecuario.

Necesitamos con urgencia retomar el control del Comercio Exterior y restablecer la Junta Nacional de Granos y de Carnes, a la vez que establecer precios sostén para las producciones que, como la lenteja y el arroz, aportan a la mesa de los argentinos. Necesitamos funcionarios honestos en el sector, que trabajen para el país y no sobornados como ahora por las trasnacionales. Necesitamos un proyecto Nacional y necesitamos reconstruir el Estado para disponer de los instrumentos necesarios que nos aseguren la Soberanía Alimentaria de los argentinos.

Fuente: Carlos Mora Vanegas
www.camova.com

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