La Importancia De Hablar De Dios Y Recordarlo En Jesus

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Nos adentramos una vez en la tradición de la Navidad en donde muchos se compenetran con su fe, con su tradición heredada de sus antepasados, con mucho respeto, reverencia, comunicación a fin de acercarse a Dios.

Mucho han cambiado los escenarios en los países que se encuentran en este planeta Tierra, aunque en algunos se mantienen todavía la guerra, conflictos, desequilibrios económicos, espirituales, odio, ira, crímenes, no obstante, hay quienes buscan ese faro luz que permita indagar de nuevo en el misticismo y encontrar esa senda que nos garantice armonía, felicidad, paz, ese encuentro con el Hacedor, con ese Dios que tanto se evoca.


No nos debe extrañar, que muchos se han cansado del materialismo que cada vez más se manifiesta en muchos escenarios, dando paso a serios conflictos, más ahora con la seria crisis económica, que margina a los más desposeídos ha seguir sufriendo, padeciendo hambre y ser explotados por los que más tienen, a encontrar en eso que hemos denominado Dios una nueva ruta de que nos permita saber aprovechar la oportunidad que se nos ha dado de vivir.

Tampoco no nos debe sorpender que hay quienes decididamente están acercándose más a las religiones, quizás en donde muchos buscarán respuesta a la pregunta de si realmente Dios existe, si se personificó en algún avatar, no importando su nombre o bien, si sólo fue en el que se ha llamado Jesús?, o si Dios realmente ha muerto, tal como se lo preguntara el recordado filósofo alemán Frederic Nietzche.

Lo cierto, que se está retornando a indagar más sobre ese ser Supremo que nos permita vislumbrar y sentir una paz interna, que al manifestarse externamente se logre el tan buscado anhelo de amarnos y respetarnos unos a los otros.

Está inquietud la encontramos también con el prestigioso Prof. Dr. Ulrico Luz de la universidad de Gotinga, cuando señala: La cuestión acerca de la posibilidad de hablar generalmente de Dios, que antes parecía resuelta, si es que no superflua, ha venido a ocupar de nuevo, en estos momentos el centro de nuestros pensamientos.

Esto también se encuentra con Bonhoeffer, cuando señala, la posibilidad de que se de también una edad areligiosa; o bien, ante la inquietud de Bultmann cuando se pregunta: ¿Qué sentido tiene hablar de Dios?; lo cierto, que todo esto ha planteado un análisis serio en el movimiento teológico. Así, el Dr. Ulrich nos indica, que a diferencia de Dios, Jesús no es accesible, como una grandeza histórica y a él se remite toda dogmática cristiana, cuando se habla de Dios. Sin embargo, se debe considerar que Jesús no tiene doctrina específica alguna de Dios, y justamente quizás esté aquí la razón fundamental de que lo dicho de Jesús acerca de Dios motive a muchos investigadores a su estudio.

Se podrá notar que en Jesús existe una cierta reserva en el uso de los epítetos de Dios, como es el caso frecuente del Judaísmo rabínico: El Santo loado sea El. Desde luego, las diferencias son sólo graduales, pues encontramos en Jesús, la descripción del nombre de dios por el pasivo impersonal de Dad y se os dará a vosotros. También Jesús habla con toda naturalidad del Creador y del Juez del mundo; lo mismo cuando se refiere a Dios como REY, lo hace en segundo plano, no así el de Dios Padre que ocupa el primero.

Indagando en el judaísmo posiblemente se encuentre mayor antecedentes de ese Dios que habla Jesús. Es así como a través de él, se puede contestar la pregunta: ¿Cómo es que se manifiesta el amor con respecto a Dios?; justamente, ese amor se manifiesta en la observación de los mandamientos de Dios. Por la teología de Jesús esta determinación asume una reagravación: si la voluntad de Dios está haber estatuido la Torá con vistas al hombre, si no existe precisamente ningún espacio de la relación entre Dios y hombre, que sea independiente de las relaciones respecto al prójimo, en ningún otro lugar se expresa el amor a Dios, sino es en el amor al prójimo. Ahora bien, quien deba tenerse por prójimo aparece claramente en otras afirmaciones de Jesús cuando en Mateo 5,43ss, señala: El amor al prójimo incluye en sí el amor a los enemigos y en el mandamiento del amor al prójimo se incluye al publicano y al pecador. Por lo tanto, el amor al prójimo es la concretización básica del amor a Dios.

De lo anterior, se puede entonces notar, que el mandamiento del amor significa una radicalización de la voluntad de Dios, debido a que la llamada del amor es fácil de entender, Ya que esta llamada es también evidente a todo el mundo.

Independientemente de cualesquiera premisas de orden teológico o religioso. De aquí, que debemos comprender que todos nosotros, según lo expresado, ha de amar y ser amado en el sentido de Jesús. En otros términos, el amor según su esencia, es una exigencia radical, que no conoce límites en su compromiso, debido a que si Jesús entiende el mandamiento de amar al prójimos como a uno mismo en cuanto a la concretización del mandamiento de amar a dios sobre todas las cosas, entonces es que Dios impone al hombre una exigencia radical.

Por otra parte, se nos dice, que el anuncio que Dios hace a Jesús, en judaísmo, consiste en que a ese Dios de la tradición judaica, manifiesto en el porvenir, lo hace presente en la actualidad; pero no de modo que se anticipe al futuro, sino de suerte que Dios esté presente en la debilidad y deje un lugar abierto al juez del mundo, que es todavía invisible. Que el juez del mundo se identifique con la debilidad del menor de los hermanos y salga al encuentro del hombre en la actualidad, es algo, que no es de suyo natural, sino que solo puede ser oído. Por su puesto, esto no es comprensible a partir de la situación de la co-humanidad, sino que debe ser oído desde afuera a través de la palabra, desde las perspectiva del futuro escolástico.

De lo anterior se puede notar y comprobar que frente al judaísmo no conoce Jesús fundamentalmente una nueva doctrina de Dios, sin embargo, como lo expresa el Dr. Luz, Jesús acentúa la decisión frente al Dios de la tradición, ocurre en el plano de la humildad, de la vida de cada día. Al convertirse el hombre sufriente en norma de interpretación de la Ley, al identificase Dios mismo con el hombre sometido a penurias, ese Dios de la tradición inaccesible a muchos, entra en movimiento y en la vecindad del hombre. Por tanto, la interpretación de la Ley, a partir del amor, es al mismo tiempo, para todo hombre que oye, un acto de graciosa donación de dios. De aquí, que este acto de la gracia no puede ser formulada, según Jesús, sin recurrir al vocablo Dios y a la doctrina tradicional sobre Dios.

Ojala, que lo anteriormente expuesto, nos ayude a meditar en estas navidades sobre en ese que denominamos Dios y probablemente logremos saber, si en la cruz, la realización y culminación de la debilidad de Dios, llena de gracia, es en la que se manifiesta Jesús.

Fuente: Carlos Mora Vanegas

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