Presentimiento, creencia y afrontar la vida con las propias fuerzas

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El presentimiento es una vía refleja de la inteligencia, es un cortocircuito entre el estímulo y la reacción mental razonadora.

El presentimiento avisa y es efectivo cuando el estímulo es claro, directo y presuntamente nocivo. Ante elementos incontrolados, tales como desdichas repentinas, enfermedad sin esperanza y, sobre todo, muerte, el presentimiento se torna sentimiento y rara vez accede a razonar: se abandona al poder a-crítico de la angustia, la desesperación, la ansiedad, la zozobra, la desazón y, en el grado más extremo, la neurosis.


Ahí es donde surge la panacea universal que todo lo remedia: la creencia. La creencia es un alivio inmediato de la angustia; la fe para el creyente es el bálsamo que transforma el presentimiento en un sentimiento derivado: Siento que la fe me guía... Siento a Jesús dentro de mí... Aunque camine por sendas de tinieblas... Tú eres mis salvación... Sálvanos Señor que perecemos... Sólo en la fe encuentro alivio...

El máximo aporte de la creencia --la fuerza del creer-- reside en la capacidad que ésta tiene para generar "el milagro". Aunque da qué pensar que TODOS los milagros tengan que ver con la salud, "milagritos" también son aprobar exámenes, encontrar trabajo, escapar de milagro, librarse de milagro... Pero éstos no cuentan en los procesos de santidad. La salud --la vida en definitiva-- es el valor supremo, el último refugio del ego, lo común a todos, el bien más preciado... Todo lo demás se puede remediar; la salud, en cambio, exige cualquier fuente de remedio, sobre todo cuando se torna irremediable.

¿Alivio decíamos? Sí, pero es un alivio falso, sin consistencia interna, que se esfuma con el transcurrir de los días, proceso temporal que también cura los síntomas anteriores. Sirve de forma pasajera, pero cuando la serenidad regresa a la mente, el individuo se da cuenta de su inanidad.

Seguro que a alguien se le ha ocurrido eso de que no se puede dañar o herir las esperanzas de la persona privándole de tales "placebos": pues sí, hay que encarar y afrontar la realidad con las herramientas que la propia persona tiene, sin sucedáneos deletéreos. Una enfermedad real no se cura con placebos.

Sólo si la persona aprende a conocer sus miedos –causas, origen, derivaciones, remedios-- conseguirá el control de los mismos. Las ciencias de lo humano, Antropología, Psiquiatría y Psicología principalmente, tienen los remedios necesarios para hacer derivar el presentimiento en sentimiento de aceptación y éste en elemento conceptual o al menos racionalmente asumido. Sólo lo que se comprende se acepta. Lo otro es la huída (que también la Psicología entiende como mecanismo de comportamiento).

Cuando el hombre consiga derivar, ordenar, entender y dominar sus miedos y presentimientos de forma automática, como si de un hábito mental y conductual se tratara, podremos hablar de una novedosa y verdadera evolución del hombre, la evolución que libere de tantas conductas y situaciones irracionales como domeñan la sociedad.

El que no haya sido así hasta ahora no quiere decir que no deba y pueda ser así.

Fuente: Periodista Digital

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