La quiebra del lenguaje religioso.

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Lo he constatado en repetidas ocasiones y, ya pasadas unas horas del "evento", rara vez me han contestado con precisión:
--¿Qué ha dicho el sacerdote en la homilía?
--... (se quedan pensativos)... ¡No sé, no me acuerdo! (y como queriendo decir algo) ¡Que seamos buenos!

¿Falta de interés del auditorio? No lo supongo. ¿O hay algo más? Sí, hay algo más: la mayor parte de ellos son de un vacío epistemológico y una pobreza que espanta; otros inciden de manera superficial y vaga en aspectos de psicología barata; otros divagan en admoniciones sobre la práctica religiosa; otros son lamento y queja por este mundo sin norte... Es raro el "discurso" que conecta con la audiencia, aunque los hay.

Pero hay algo más.



Quizá sea el mismo lenguaje el que quiebra, hoy, en la religión. Comenzando por los textos del día, por más que se traduzcan a la lengua vulgar, dicen muy poco. El sustrato humano es otro y no encuentran repuesto en las viejas fórmulas.

La palabra ha perdido el significado aunque se mantenga el significante. “El Dios de nuestros padres” ha muerto en el lenguaje, en el vehículo en que se había montado para hacerse más accesible.

Un doble error de apreciación más del Vaticano II al "traducir" el verbo y los ritos a la lengua común: el primero, no saber que las “estructuras mentales”, los receptáculos cerebrales para hacer digerible lo sacro, poco a poco se habían ido corrompiendo y pudriendo.

El segundo, que en la balanza de la decisión tuvo más fuerza el deseo de "introducirse" en el mundo real que la consideración de las características de "lo sacro", entre las cuales está esconder los misterios con un lenguaje arcano, olvidado y esotérico. Algo así como mantener en la lengua latina el griego Kürie, eleison.

Aún en la lengua común, cualquier párrafo del Catecismo, como concepto necesariamente referido a hechos, materias o conductas, resulta ininteligible, aunque las palabras se conozcan. Copio:

--Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre... Por ejemplo, bendecir un buque de guerra, bendecir la mesa, bendecir los ramos, la bendición final de la misa, o los gestos papales al salir para ser "adorado" por el pasillo de la Gran Sala "Pablo VI"... ¿Tiene sentido hablar hoy día de “bendecir”? ¿Y decir que es una acción divina? ¿Y pretender que una bendición dé la vida? ¿Qué vida?

--Cristo significa y realiza en la liturgia su misterio pascual... Sí, está claro, pero ¿cómo? ¿Y qué es ese “significa”? No hay sustrato mental para percibir que el "misterio" de la redención (encarnación, pasión y resurrección) se realiza en ese acto semanal ya trivializado y ritualizado. Demasiado para tan poco.

--El bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental... ¿Un bebé?¿Se “convierte” el bebé? ¿Y de qué y por qué? ¿El lugar? Al menos lo otro, "lavar el pecado original", bien que mal estaba asumido, ¿pero esto?

--Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre... ¿Y esto qué es? Uno podría pensar en "amores que matan" y nunca mejor aplicado: ¿pero un amor infinito puede llevar al hijo a la muerte? ¿Y vale más la vida de unos engendros pecadores que la vida de un Dios Hijo? ¿Por qué tan grandes y subidas expresiones? No, no nos vengan con "es un misterio". La mente humana necesita explicaciones primero inteligibles y luego creíbles.

--El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano... Primero, y referido al creyente y al fiel ¿qué le importa esto que fue tema sobrado de enfrentamientos seculares? ¿Responde esto a algo de hoy? ¿Tiene relación alguna con la vida diaria?

--La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre... Esto, cuando menos es asombroso. Ni más ni menos como si el creer “profundamente” algo, propiciase su existencia real. Alquimistas hubo en tiempos de Newton convencidos de que del plomo saldría oro. Creer, igual a ser.

--La acción transubstanciativa no es aducción ni producción ni constitución del cuerpo de Cristo bajo las especies... He tenido que consultar el Diccionario de Teología y... todavía peor. Hay frases en los libros sacros que merecerían ser esculpidas. ¡Qué soberbia confesión de nadería teológica! Quien la formuló debiera subir a los altares... ¡para ser quemado vivo en la hoguera de la inteligencia!

Lo saben los sacerdotes, saben que el pueblo fiel cada vez está más hambriento de doctrina, pero no pueden hacer nada. Cuando quieren hacer explícitas las verdades que todo fiel creyente debe conocer para alimentar su fe,al menos con algo más de profundidad que el simple catecismo, parece como si una cortina de ininteligibilidad se alzase frente al auditorio o se diluyesen las palabras como la grasa ante el detergente.

Palabras sin conceptos.

Fuente: Humanismo sin credo


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