Qué son los anticuerpos

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Los anticuerpos (también conocidos como inmunoglobulinas) son glucoproteínas del tipo gamma globulina, pueden encontrarse de forma soluble en la sangre o en otros fluidos corporales de los vertebrados, disponiendo de una forma idéntica que actúa como receptor de los linfocitos B y son empleados por el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos.


En el humano existen 5 clases de Acs o Inmunoglobinas (Igs), que son: IgM, IgD, IgG, IgA e IgE; todas y cada una de ellas pueden reconocer a la misma sustancia extraña al organismo o Antígeno (Ag), pero se localizan y efectúan funciones diferentes por lo que no se contraponen, sino más bien se complementan. Las moléculas de Ig tiene forma de Y, con cada uno de sus "brazos" reconocen a los Ags; por lo tanto tienen 2 sitios de unión al Ag.

Los anticuerpos son como los policías del cuerpo humano, que cuando detectan la intrusión de agentes externos (antígenos), van a por ellos para eliminarlos lo más rápidamente posible del organismo. Estos anticuerpos son fabricados por los linfocitos (que serían como la comisaría central del organismo); por cierto, un único linfocito es capaz de fabricar hasta 10 millones de anticuerpos. A los anticuerpos también se les puede llamar inmunoglobulinas.

Los anticuerpos son sustancias pegajosas, que se fabrican a medida y se pegan al antígeno para inmovilizarlo y destruirlo, antes de que avance por el organismo provocando daños. Espero que con esta breve explicación haya quedado un poco más aclarado lo que es un anticuerpo.

Diagnóstico de enfermedades
En muchos diagnósticos es común la detección de anticuerpos como prueba de confirmación de la patología. Para ello se realiza una prueba serológica. Como ejemplos, en ensayos bioquímicos para el diagnóstico de enfermedades, se estima el título de anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr o contra la enfermedad de Lyme. Si no se encuentran esos anticuerpos significa que la persona no está infectada o que lo estuvo hace mucho tiempo y los linfocitos B que generaban estos anticuerpos se han reducido de forma natural.

En la inmunología clínica se valora por nefelometría (o turbidimetría) los niveles de las distintas clases de inmunoglobulinas para caracterizar el perfil de anticuerpos del paciente. Por ejemplo, una observación en elevación del título de las distintas clases de inmunoglobulina puede ser útil en ocasiones para determinar la causa del daño hepático mediante diagnóstico diferencial. En este sentido, un título elevado de IgA indicaría cirrosis alcohólica; si lo que está elevado son las IgM se sospecha de hepatitis viral y cirrosis biliar primaria, mientras que la IgG está elevada en hepatitis vírica, autoinmune y cirrosis.

Las enfermedades autoinmunes se puede diagnosticar por anticuerpos que se unen a epítopos del propio organismo; muchos de ellos se pueden detectar mediante análisis de sangre. Un ejemplo sería el caso de los anticuerpos dirigidos contra los antígenos de superficie de eritrocitos en la anemia hemolítica mediada por el sistema inmunitario, que se detectan mediante la prueba de Coombs. Esta prueba también se usa para rastrear anticuerpos en la preparación de transfusiones de sangre y también en las mujeres en el periodo prenatal.

Fuente: redescolar.ilce.edu.mx / cosasdesalud.es / nlm.nih.gov

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