
Ahora, Dios si sabe lo que nos hará felices (bienaventurados), lo que sucede es que para llegar a la felicidad, primero debemos creer (fe), en que Dios sabe lo que nos hará felices (en su omnisciencia), tiene poder para hacerlo (en su omnipotencia), y tiene la buena voluntad de quererlo (en Su bondad), luego, debemos obedecer Su ordenanzas (mandamientos), básicamente: Amar a Dios y amar al prójimo (como a nosotros mismos), con amor santo (santificación), negándonos a nosotros mismos.
Seguramente la felicidad (bienaventuranza), será el resultado de este proceso. Es decir, la felicidad, es el resultado del Evangelio aplicado a nuestras vidas.
“Dijo entonces Jesús...Si vosotros permaneciereis en mi palabra seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”
Juan 8:31-31
Fuente: http://blogs.montevideo.com.uy/EnelCamino
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