
No hay trampa alguna para obtener un sueldo extra asegurado, pero la fórmula debe ser aplicada constantemente y sin variaciones.
Su secreto radica en cómo se reparte la recaudación de los sorteos. Entre un 30% y un 50% de los ingresos se destina como tributo a al Departamento de Hacienda (dirigido actualmente por Vicente Bengoa), mientras el resto se dedica a gastos de gestión (vendedores, administradores, máquinas, papelería y publicidad), y lo que queda a premios. Además los pocos afortunados a quienes les toca algo vuelven a pagar altos impuestos tras recibir su pago, de modo que muchos premios finales quedan reducidos a la mitad.
Así que la forma más inteligente de jugar, el único modo seguro de ganar es: “no jugar”, pero animando a que los demás lo hagan. Así paguen grandes impuestos que luego nos financian a todos la educación, la sanidad, las pensiones y otras necesidades sociales (claro si el gobierno no se queda con todo).
La lotería es un impuesto voluntario que nos sufraga a todos, y sin costo para quienes nunca jugamos. Hemos de agradecer a esa mucha gente altruista y entusiasta que cada semana corre a pagar esta contribución querida por ellos. Algunos opinan que es un mal social que a muchos pobres les hace más pobres sólo para que nazca un nuevo rico.
Lo cierto es que este impuesto voluntario nos alivia económicamente a quienes sabemos cómo ganar con las loterías. Ojalá hubiese más formas de impuestos voluntarios con tantos adictos ingenuos y generosos.
Si Dios quisiera nos encontraríamos un billete junto a una lotería donde se expusiese en grande el número premiado.
En todo caso, gracias a todos esos habituales consumidores de loterías por su denodado y caritativo esfuerzo en financiar gran parte de nuestros gastos sociales.
0 comentarios:
Publicar un comentario