El látigo como muestra de amor

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En mi opinión, el látigo cumple bien esa función, recordando con frecuencia al sumiso que está frente a su Ama; por eso, yo lo uso también permanentemente frente a él, ya sea en mi mano o a mi alcance inmediato.

Forma parte del protocolo de iniciación de cualquier encuentro, es el primer contacto que mi sumiso tiene conmigo: nada empieza sin recibir el látigo de mi mano previamente. Resulta interesante ver que vosotras mismas, en vuestra página de Internet, mostráis la figura femenina siempre con algo de eso en la mano, al inicio de cada sección.


A pesar de su automaticidad y previsibilidad (siempre ocurre y él lo sabe), esta acción no es “obligatoria” para el Ama, como no lo es el uso de la corona para gobernar, y tampoco el de la fusta para que el montado obedezca si esta bien adiestrado, pero en mi opinión es altamente positiva para crear una suerte de reflejo condicionado inmediato, que lo prepara para lo que vendrá después, y refuerza permanentemente en su mente la disposición a servirme.

En mi caso, lo utilizo además agregando alguna orden simple pero caprichosa, con cierto contenido de dominación y humillación explícitos, como besar mis pies o el suelo frente a mi (o una combinación de ambos, comenzando por los pies y retirándose hacia atrás: funciona muy bien ordenarle que lama los tacones de mis sandalias, y luego rodee la suela con su lengua tratando de no tocar mis pies; inevitablemente su lengua termina lamiendo el piso). También puede ser que bese el propio látigo con que le azoto.

Fuente: Anji

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