La industria del calzado de RD es incapaz de competir

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Con una gran piedra en su zapato, la industria dominicana del calzado es incapaz de competir en la intensa carrera por obtener una participación significativa en los mercados internacionales, y en particular, en el de Estados Unidos, que debería ser el destino natural de este producto criollo.

El resultado ha sido que sus exportaciones se han derrumbado, lo que ha llevado a parte de la industria a refugiarse en el mercado interno, que también amenaza con escapar de sus manos, y donde produce artículo baratos, con menor valor agregado, y demandados por los segmentos más pobres del país y de Haití.


El 1997 fue el mejor año de las exportaciones de calzados dominicanos a Estados Unidos, al venderse a ese mercado 16.5 millones de pares, donde copó el 1.11% de sus importaciones.

Sin embargo, desde entonces este comercio se ha mantenido cayendo y 10 años después, en 2007, República Dominicana sólo le vendió 5.9 millones de pares, representando apenas el 0.25% de las importaciones de calzados realizadas por Estados Unidos, según los informes que sobre las tendencias anuales publica The American Apparel & Footwear Association (AAFA). La entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-CAFTA) en 2007 debió marcar un antes y después, por las oportunidades que se abrían para exportar. Pero por varias razones la realidad ha sido contraria a las expectativas.

Un retroceso creciente. Un estudio de septiembre de 2005, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), y que trata sobre la competitividad de esa rama de la economía local, explica que ya antes de 2005 la industria del calzado de RD experimentaba retrocesos “en años recientes”. Atribuyó ese retroceso a los efectos de la Ley de Recuperación Económica de la Cuenca del Caribe (“Caribbean Basin Economic Recovery Act” (CBERA) que establecía que el 55% del valor del producto fuera de origen dominicano.

También atribuyó esta caída al hecho de que los fabricantes estadounidenses y compradores de zapatos “se han trasladado a China y a otros países del Lejano Oriente”. Esto último, además de perjudicar la producción y exportación del zapato dominicano, también provocó el cierre de muchas compañías del ramo en Estados Unidos. Visto de otra forma, en lo que respecta a la industria del calzado, esa tendencia invirtió los efectos: si en República Dominicana hubo gripe, en EE.UU. se desató una neumonía.

En 1985, Estados Unidos produjo el 26% del calzado que consumió, e importó el 74%. En cambio, en 2007, la importación representó el 98.7%. El gran ganador fue China, que en 2007 exportó a EE.UU. el 86.4% de lo que consume ese país, seguido de Vietnam (3.8%), Brasil (2.2%). Indonesia (1.4%) e Italia (1.0%), según el ShoeStats 2008, publicado por la AAFA. De repente, Estados Unidos comenzó a importar prácticamente la totalidad del calzado que consume.

“Muchas compañías de calzado están cerrando sus plantas establecidas en los Estados Unidos y están sub-contratando la producción a fabricantes extranjeros que están en capacidad de suministrar el paquete completo”, explica el estudio de la USAID.

Oportunidad perdida. Con el inicio del DR-CAFTA, el calzado dominicano tiene libre acceso al mercado de los Estados Unidos, lo que junto a la cercanía geográfica, “provee una ventanilla para que la República Dominicana obtenga participación en el mercado con la prestación de un servicio completo a los mercados de los Estados Unidos y Canadá”, dice el estudio.

Como el país no puede competir en el costo de la mano de obra con China y otros países asiáticos, los autores del estudio recomiendan medidas de tipo estratégico que atraigan a las compañías extranjeras a que se instalen en el país. En concreto, se propone el desarrollo de una infraestructura y cadena de suministro que incluya los componentes, como fabricación de moldes, de hormas para zapato y de cajas.

“La República Dominicana debe aprovechar las oportunidades derivadas del DR-CAFTA, proporcionando una ubicación estratégica y una respuesta rápida al mercado de calzado de los EE.UU.”, explica. Agrega que el país debe superar las “excesivas regulaciones gubernamentales que inhiben el crecimiento”, “la infraestructura inadecuada”, “la energía eléctrica cara y poco confiable” y “la falta de organización de los grupos industriales y de enfoque estratégico”.

Además de ser un productor de bajo costo, China tiene ventajas, como la de ser “un proveedor de servicio completo de productos finales o terminados”, lo que ha sido resultado de una “mentalidad de cooperativa” o “Consorcio”, (que) “representa una de las mayores fortalezas del enfoque oriental sobre los negocios”. En contraste, la falta de una mentalidad de este tipo de consorcio o cluster, “constituye una de las mayores debilidades de República Dominicana y de Occidente en general”, puntualiza.

Las estadísticas sobre las exportaciones de calzados de las zonas francas dominicanas revelan que después del DR-CAFTA el deterioro ha continuado. En 2005, estas exportaciones ascendieron a US$315.3 millones, al crecer 34%. Sin embargo, en los años siguientes se ha mantenido decreciendo, razón por la cual en 2008 las zonas francas dominicanas exportaron calzado por US$252.7 millones.

La industria criolla del calzado esta compuestas por 15 empresas manufacturas de las zonas francas, que en 2008 empleaban 7,105 personas. También, fuera de las zonas francas, operan otras 182 empresas, la mayoría pequeños talleres que trabajan bajo la informalidad. En 2004, estas empresas empleaban a 3,549 personas.

Las tres o cuatro más grandes empresas domésticas exportan una pequeña parte de su producción a Haití, Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba. Son los casos de Cazastur, Francisco H. Espejo C. por A., Caribbean Plastic Shoes, y PetroQuim.

José M. Diez, presidente de PetroQuim, observa que uno de los mayores problemas que debe enfrentar su empresa es el “alto costo” en dólares de la mano de obra. Esto no significa que el trabajador gane lo suficiente, lo que se debe a la inflación interna, pero comparado con los estándares chinos, el país pierde competitividad por esa causa, reconoce. En el caso PetroQuim, con una nómina de 500 trabajadores, esto es particularmente cierto.

Considera como una de los grandes obstáculos para su desarrollo que gran parte de la industria opera bajo la informalidad, lo que explica por el temor a la “voracidad fiscal” del Gobierno. Sin embargo, recuerda que el 4 de mayo de 2007 se promulgó la Ley 56-07 para fomentar la industria textil y de calzado. “Pero nadie se acoge a ella, porque hay que estar formalizado. Es un círculo vicioso”, afirma.

Esta ley exonera del pago del impuesto sobre la renta a las empresas del ramo “siempre y cuando estén al día en sus obligaciones fiscales y hayan sido autorizadas por el Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación”.

Diez afirma que su empresa vende en el mercado interno y exporta hacia Haití , “calzados para las masas”.

Dice estar integrada “hasta cierto punto” porque no solo produce calzado, sino que tiene “un negocio importante de componentes de calzados”. “Estamos en una cadena interna de nosotros mismos”, describe.

Sin embargo, el único cluster de calzado que existe en el país “no esta funcionando, porque no hay una unidad real entre todos los jugadores”, observa.

Entonces, a diferencia de China con su “mentalidad de cooperativa”, el único vestigio del cluster en República Dominicana está en Internet, en una página vacía.

Fuente: Clave Digital

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